Ayer un periódico deportivo anunciaba a bombo y platillo la marcha casi seguro del hombre tranquilo, del entrenador modelo, de Fran Rijkaard. El Marca explicaba que la delegación culé se había reunido con José Mourinho en Ghana, con motivo de la Copa de África (El entrenador portugués ha sido comentarista de la fase final para Eurosport). Este diario comenta que había sido solamente una cita de cortesía, pero no aclara si hubo algo más. Parece que al Barcelona le hace falta alguien con carácter (no seré yo quien critique a Rijkaard), pero se equivoca si el carácter lo busca para su banquillo y no para el césped, que es donde se gestan los títulos. Ante la impavidez y desazón del Gaúcho, la desaparición de Deco, y el adiós de jugadores que han aportado muy poco como Zambrotta o Thuram, el Barça necesita tirar de talonario. Henry ya es mayor, y el futuro pasa por Messi, Iniesta, Eto'o, Bojan y poco más, porque Giovani seguramente será también traspasado. El fútbol inglés se pierde por el mexicano. Así, Rijkaard, el entrenador que llevó al Barça a tocar el cielo con una 'Champions' y dos ligas seguidas (Madrid cabrón saluda la campeón), pone rumbo a Mourinho, a alguien con carácter, o al menos que celebre los goles corriendo la banda y haciendo el numerito. El holandés es demasiado paciente, poco valiente (saca a Ronaldinho cuando es la impotencia personificada), y no da explicaciones. Esas son las críticas que le llueven a este míster, cigarrillo en mano. Sin embargo, la Saeta Rubia se acerca más a su forma de entender el fútbol. Un tipo para nada polémico, que ha hecho y deshecho a su imagen y semejanza, y que jamás dio pie a que se levantase la voz en una rueda de prensa (este deporte necesita Del Bosques y Rijkaards). Los errores llegaron desde arriba, como siempre. Escucha Laporta.
jueves, 14 de febrero de 2008
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