Hace tiempo que el Real Madrid no rasca bola en cuanto a juego se refiere. Los siete puntos ventajosos en Liga son simplemente un espejismo fruto de la fortuna de Schuster y del acierto de Van Nistelrooy. El espectáculo que se presuponía con la llegada del técnico alemán no existe y quien diga lo contrario miente. El conjunto blanco se arrastró por Son Moix y no dio síntomas de querer ganar el triplete como alardean desde Concha Espina. Ni la mezcla fallida de titulares y suplentes, ni el hambre de los Saviola, Higuaín y compañía fue suficiente para acabar con un Mallorca que supo a lo que jugaba y que dejó al Real Madrid, como en las dos últimas ocasiones, a la altura del betún, aunque ayer si se llevara el premio. Dudek evidenció no estar al nivel de su titular (aunque sea injusto criticar su actuación), y Pepe no fue el de Barcelona. Algo falla. Por Dios Bendito, que la suerte no deje de acompañar a Schuster, porque por juego el Rácing, el Espanyol, el Villarreal y el Mallorca estarían por encima de él en Liga.
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